18 julio 2006

Crónica del viaje, cantar de ranas

Nuestro viaje comenzó en la central vieja de Guadalajara, el motivo: el décimo aniversario del periódico El charal y el huateque implícito.
Nuestro destino: Ajijic. Partimos al mediodía del sábado.





Era raro ver los cerros tan verdes, sin casas y en la noche no ver foquitos que hicieran de contorno. Era bello y además había estrellas.

El primer día estuvo destinado a la presentación de dos plaquetas de cuentos, fruto de talleres infantiles de allá.

Para rematar con broche de oro el buen Héctor del Muro, mejor conocido como "el charal", contrató guiñoles bien mexicanos.



¡¡¡Títeres!!! He de confesar mi adicción al teatro guiñol.



Aqui uno de mis animales favoritos: el Ozomatli, o chango, como ustedes gusten. A fin de cuentas no es tan exigente mi amigo.



Y quién iba a pensar que en este viaje iba a enontrar a mi primogénito. Apolineo por fin. Y un trozito de Cagüili Postrili en honor de Jaime Israel, quien es tímido con los árboles.


Estas son las nuevas filas del espiral, de izquierda a derecha: Pedro Villa, Daniel de Anda, Berónica Palacios, Samuel Santiago y yo mera.
Deveritas que el charal se lució, no sabía que un algodón de azúcar nos podía hacer tan felices.

Y para seguir con la felicidad pero ahora un poco más etéreos Samuel nos hizó un ron delicioso enfrente del lago.



Y bueno, el evento estuvo muy bueno. Al finalizar como Juan por su casa nos subimos hasta la azotea del lugar para tener una vista de águila.



Helo aqui, en la foto de abajo, el mero mero maromero del charal. Nos llevó a comer una pizza y ahí nos contó de sus aventuras por el sur, sus viajes en barcos de carga y de los tiempos en que fue capitán.

Este hombre inspira a no dejar el huarache quieto, a seguir por todos lados.



¡Y después a su casa!

Seguimos la fiesta y escuchamos musiquita.



Vino tinto, chelas, tequila y esto salió de nuestras manos:


Temblor de manos frías

Con tus montes que me
invitan a recorrerlo
sin la llave que te deja afuera
el humo se disuelve en la profundidad
de tu ausencia
embrutecidos cántaros
y voy a sonreírle al tiempo
aunque se muera
calor que nos envuelve y nos erotiza
y entonces tu luz
se refleja en mi ser
tus párpados se dilatan
como buscando en mí
la profundidad deseada
y yo, simplemente me voy
sustraerte de noches inútiles
la noche es un espejo roto en la
inmensidad de tus instintos
éramos pedazos de pescado
al fin cantaré todo
el silencio reunido.

Héctor del Muro, Daniel de Anda,
Juan Rivera, Pedro Villa, Berónica Palacios,
Patricia Mata y Samuel Santiago.


Por cierto, el charal nos recomendó escribir siempre con lápiz o pluma fuente porque están hechas con carbón y eso nos devuelve de alguna manera a la tierra, le da una vida especial a la poesía. Seguiré su consejo.

Ese fue el comienzo de una noche bella bella, de ahí nos fuimos a un bar y cantamos hasta hartarnos en las orillas del lago.
Tuvimos frío pues nos quedamos a dormir en un parque frente al lago, era todo un cantar de ranas.
Esperaba ver la sonrisa de un sádico con tanto frío que hacía pero nada. Bueno, algo sucedió que mejor nos fuimos a casa de Juanito, nuestro corresponsal de allá, más modorros que nada pero llegamos a su casa.


Al despertar Samuel encontró una víbora entre los lirios, tuve miedo pero Pedro sacó la foto ¡Que ojos!



Ya no puedo decir "viaje" sin recordar a Pablo Coba, y en mi reencuentro con tantas cosas también estuvo otro de mis animales predilectos.



Un hermoso chancho del que brotaban plantas.

La jornada literaria siguió con la premiación de un concurso de cuento organizado por los diez añotes del periódico.



Aqui don rOBERTO vILLA, Mera Cerón, la ganadora del pimer lugar, el buen Erick, amigo de letras y jardin; y la ganadora del tercer lugar.

Nuestra tarde terminó comiendo tortas en la plaza principal en una banca, con un litro de Tonayan y cantando desde nuestros roncos pechos. ¡Salud!

De esto no hay evidencias, comprenderán que las canciones nos llegaron al alma y como diría mi poeta imberbe "no hubo dedo que sacara las fotos".


Así fue que regresamos a Guadalajara despidiéndonos de las calles empedradas y los cerros verdes.



Y ya estamos listos para la que sigue.

Patricia Mata

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Deliciosa la crónica! Se antoja, de verdad.

Un fuerte abrazo para Mera Cerón por tan merecido premio.