Papalotzi

Lourdes Gonzáles Salmerón y Luis Enrique Aguilar Ortega, colaboradores. A continuación el poema y el cuento corto para aquellos que no pudieron asistir.

Aves errantes

Aves que de la calle
o en la calle
igual son errantes.
Aves que apenas abren sus alas
y el nido ya les ha sido negado.

Cómo o por qué son preguntas retóricas
poco nos interesa
porque hacemos poco.

Observamos su vuelo sobre las plazas
en busca de migajas de misericordia
lo que tienen a cambio siempre es nada
si acaso una mirada en desapruebo.

Por eso se reúnen siempre hermanos
vuelan juntos sobre el mundo
que se vuelca cada vez que lo pisan.
caen sobre vidrios en los cruceros
sobre los automóviles por su peso impropio
y terminan aspirando veneno “morticolor”
amarillo, blanco, gris smog.

En las plazas y calles
apenas unos granos nos merecen.
aves sin tiempo, sin vida,
aves que se visten de payasos, tragafuegos
para disfrazar la inmundicia de la suciedad
a la que se les ha condenado.

El águila , superior en su cielo
tiene, a más, reprimendas para ellos
procura desaparecerlos con su sombra,
tala sus árboles, se los traga.

No les dejamos más que errar errando
que nutrirse en sí mismos
picoteando su vida, unos en otros.

Conforman otro mundo tan ajeno
vuelan vertiginosamente
y describen piruetas de inocencia
de una infancia cansada.

Dejan su única huella
desgastados sus pasos
la soledad roída
el rencor abandonado
porque no han aprendido
ni siquiera
a pedir un poquito de clemencia.

Lourdes González Salmerón

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EL VALLE

Se cuenta que más allá de las montañas de Somorf existe un hermoso valle, donde el colorido de las flores puede ser apreciado desde lejos; las plantas no mueren y siempre son verdes y vivas.
También se dice que la fuente de la juventud se encuentra en el centro de este valle. Pero algo extraño ocurre ahí, pues en el valle no se aprecia animal alguno y se rumora que cualquier hombre que entre en él se verá obligado a devorarse a sí mismo, para quitar su imperfección del valle.

Luis Enrique Aguilar Ortega